“La Pasión de Cristo”: el Hijo y la Madre, según Mel Gibson

La Pasión de Cristo
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Una película profundamente religiosa

Desde el inicio de su preproducción, la película de Mel Gibson ha generado opiniones contundentes y sin ambigüedades. ¿Qué la hace tan polémica, dividiendo tanto al público como a la crítica? ¿Se trata de una estrategia para el éxito en taquilla o más bien es un tema que incomoda a quienes no comparten la perspectiva del director? ¿Se critica la película en sí misma o lo que representa y significa? Antes de emitir juicio, es crucial reconocer que nos enfrentamos a una obra religiosa y reflexionar sobre lo que este tipo de filmes puede ofrecer a la audiencia del siglo XXI.

Es evidente que no se trata de "Titanic", "El señor de los anillos" o "Matrix", ya que no busca a un espectador ávido de romanticismo, aventura o efectos especiales. El perfil de quien se sienta en la butaca parece ser más bien el de alguien con inquietudes espirituales, o aquel que aprecia los aspectos antropológicos y expresivos del cine, al margen del interés que pueda suscitar su calidad artística.

En esta tesitura, es necesario destacar la audacia de elegir un tema ya tratado en el cine, con diálogos conocidos, en latín o arameo, en un momento en que las estadísticas indican un declive del sentimiento religioso, especialmente entre la juventud, que constituye la mayoría del público.

¿Qué busca realmente el director australiano con esta arriesgada decisión? Según las palabras de Gibson, la intención es mostrar lo que ocurrió hace dos mil años de manera auténtica, sin edulcorantes, sentimentalismos ni mensajes doctrinales. En este contexto, la película busca despertar al hombre contemporáneo de su letargo vital, instándolo a reflexionar sobre la vacuidad de una vida materialista y solitaria. Gibson pretende confrontar al espectador con la realidad de la que escapa: el dolor y el significado trascendente de la vida y la muerte, a través del sacrificio por amor. Para lograrlo, utiliza el ejemplo sublime y ejemplar que ha sido un espejo y faro para millones de personas.

El director expresa que la película no solo busca el beneficio económico, sino que tiene la intención de hacer el bien a través del cine, un medio que va más allá del entretenimiento, sirviendo al hombre. Estas reflexiones abren la puerta a un fascinante capítulo sobre la conexión del cine con la vida y su significado como instrumento para mejorar al espectador, un tema que merece una consideración más profunda en otra ocasión.

Gibson afirma que le basta con que la película beneficie a unos pocos para considerar que ha valido la pena. ¿Deberíamos creerle? Aunque no podemos juzgar su conciencia, podemos corroborar si esta declaración es coherente con su forma de pensar y vivir. Su pertenencia a la iglesia católica tradicionalista australiana sugiere un compromiso más profundo con su fe, y sus acciones respaldan la idea de utilizar el cine para acercar a los espectadores a lo que considera más valioso: su fe en Jesucristo.

El asesoramiento de expertos teólogos y las sesiones privadas con representantes de diversas religiones indican un esfuerzo genuino por abordar la película con sensibilidad y respeto. Este enfoque justifica el difícil rodaje, especialmente para Jim Caviezel, quien basó su interpretación en su fe y prácticas religiosas.

En este punto, surge la pregunta sobre el perfil adecuado para dirigir o interpretar una película religiosa. Si bien un cineasta talentoso o un actor de calidad pueden llevar a la pantalla una película religiosa, es innegable que aquellos que ya incorporan la realidad que desean reflejar tienen una ventaja. Este es el mérito, o demérito según se vea, de Gibson y Caviezel, ambos católicos practicantes, que añaden su trabajo artístico a su fe en Jesucristo y al significado salvador de su Pasión.

Su desafío es transmitir no solo gestos o una historia vacía, sino la vida misma. La representación de un Cristo que camina hacia el Gólgota, que se cae, que mira a su Madre la Virgen, siente consuelo y sigue con su misión, que experimenta la traición de su pueblo judío y trasciende para ver a los hombres de todos los tiempos que necesitan el perdón de sus pecados y lo llevan a la muerte. Quien no comprenda esto no podrá apreciar la película en toda su dimensión, ni entenderá que estas imágenes no acusan al pueblo judío.

Su juicio estará parcialmente invalidado y sus apreciaciones perderán acierto y justicia, limitándose a un análisis de los aspectos artísticos, que, aunque interesantes, son solo una parte superficial. La verdadera prueba de si Gibson logra reflejar la Pasión de Cristo será cuando la película llegue a las carteleras y cada espectador tenga la oportunidad de juzgar por sí mismo.

En el otro extremo de la balanza se encuentran los detractores, quienes han saltado al escenario con energía, dispuestos a criticar la película antes incluso de verla. A pesar de no haberla visto, lanzan dardos como si se tratara de acabar con la criatura antes de su nacimiento. La pregunta es si esta actitud responde a una campaña mediática orquestada o a cuestiones personales de conciencia. Lo cierto es que, independientemente de las críticas, en el mundo del cine aún hay quienes buscan el bien del espectador y no solo el aumento de su ego cinematográfico o su bolsillo.

Trailer

Una película controvertida

Habiendo abordado "La Pasión de Cristo" desde la perspectiva del cine religioso y considerando la intención del director, es momento de analizar las críticas que ha recibido y que han generado la conocida polémica. Esto permitirá al espectador formarse su propia opinión antes de proceder a una crítica estrictamente cinematográfica, enfocada en los aspectos artísticos y narrativos.

Las críticas hacia la película se han centrado en tres aspectos que algunos consideran provocadores o inapropiados. En primer lugar, se le ha acusado de antisemitismo, argumentando que culpa a los judíos de la muerte de Jesucristo de manera morbosa y excesiva. Sin embargo, históricamente, hace dos mil años fueron los judíos quienes crucificaron a uno de los suyos, lo que generó desconsuelo incluso entre sus seguidores judíos.

Además, la doctrina cristiana sostiene que el pueblo judío fue el ejecutor de una necesidad asumida por Jesucristo: liberar al hombre de la esclavitud del pecado, verdadera causa de su Pasión y Muerte. Mel Gibson, en un gesto elocuente, se ha limitado a aparecer en la película interpretando al soldado que clava la mano de Cristo en la cruz, demostrando su respeto y compromiso con la historia. Para reforzar aún más su intención de reconciliación, Gibson anunció un próximo proyecto centrado en la gesta heroica de Matatías, líder hebreo que liberó a Jerusalén de la tiranía del rey sirio Antioco IV en el año 165 antes de Cristo.

Otra crítica se ha dirigido a la representación de la violencia brutal en la película, calificándola de excesiva y sin límites. Aunque es cierto que hay momentos de crueldad, la película no es apta para menores ni para aquellos con sensibilidad elevada. No obstante, resulta sorprendente que aquellos que defienden películas de directores como Tarantino, Kitano, Iñárritu, Cherau o Meirelles, conocidas por su violencia explícita, utilicen este argumento. Gibson se suma a la corriente cinematográfica actual de hiperrealismo visual, mostrando sin reservas lo que ocurrió aquella noche en Jerusalén. Su enfoque no busca la complacencia, sino una representación radical y veraz de la Pasión, con el objetivo de provocar reflexión y meditación.

La tercera acusación se ha centrado en el "ultracatolicismo" de Gibson, basada en su pertenencia y orgullo por la iglesia tradicionalista australiana. Quienes esgrimen esta postura como elemento de discordia parecen mostrar prejuicios y una intolerancia encubierta. La crítica se dirige a una forma de vivir y expresar ideas que no se ajusta a sus propias creencias. Sin embargo, esto revela una falta de aceptación hacia diferentes formas de vivir la fe y expresar ideas, lo cual es preocupante. Gibson, al ser transparente sobre su fe, no hace más que ser coherente consigo mismo, y la película refleja su compromiso y respeto hacia la Pasión de Cristo.

Conclusión de La Pasión de Cristo

En conclusión, "La Pasión de Cristo" es una película que ha generado fuertes opiniones y debates antes de su lanzamiento. La controversia está presente, pero solo el tiempo y la experiencia de cada espectador determinarán si Mel Gibson logra transmitir de manera efectiva la Pasión de Cristo y su significado trascendental.

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